Algunos tontos, casi siempre de esos que han pastado la cultura en los jardines de las cloacas de la sabiduría y confunden la sutil ironía con el sarcasmo despiadado que utilizan, contra los que no consideran de su nivel intelectual pero les son necesarios en la socialización de su prostituida vida para intentar aumentar su propia autoestima, me preguntan qué hago, después de ser introducido en la dársena del desguace, para no aburrirme. La respuesta no sé si es fácil pero yo la tengo clara. La verdad es que no me acuerdo si se la escuché a un científico alemán, a un amigo en alguna situación nocturna y complicada de orgía y desenfreno o quizás la leí en internet, en el anuncio de una marca de cervezas ubicada en alguna página porno de sexo lésbico, pero es lógica, coherente e inteligente al menos para mí. Yo que de chaval tuve que soportar el mandato de estudiar a...