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Mostrando entradas de enero, 2014

Tristeza en la playa

Aquella  playa, nuestra playa, aquella maldita frase, la asquerosa soledad, un adiós al viento plagado de lágrimas, vidas truncadas, un amor roto, angustia, mas angustia y solo angustia. Tristeza, remordimiento, lagrimas, heridas incurables, llamadas a la muerte, penitencias eternas, suicidios deseados. Preguntas sin repuesta, infiernos en vida, arrepentimientos inútiles, sueños rotos, lágrimas sin futuro, negras pesadillas, promesas incumplidas, vida sin mas allá, besos tristes a la nada, caricias sin destino. Amiga mía ya no puedo mas, quiero abandonar la tristeza de ese adiós que rompe mi alma, deseo dejar de llorar mi pena y volar a buscarte, muero por dejar este martirio de vida que se ha convertido en una constante maldita pregunta sin respuesta. !!!!! Por qué te fuiste para siempre aquel triste atardecer!!!!!  

Una triste llamada.

Cuando oyó la voz de Javier al responder al teléfono, los recuerdos escondidos en su corazón revivieron en su mente. -Hola soy yo. ¿Te acuerdas de mí, Inés? Para cuando nerviosa, Inés intentó contestar, la comunicación se había cortado. ¿Cómo no me voy acordar de ti? De ti y de nuestras vivencias de aquellos años juntos jamás podré olvidarme, se dijo en voz alta comenzado un nostálgico monólogo interno. Todo empezó aquel día, te acuerdas Javier, cuando un viejo jesuita nos enseñó algo sobre hipnosis, meditación y algunas artes del pensamiento esotérico que no conocíamos. Luego empezó nuestra carrera  por conocer los límites  de sensibilidad y conocimiento de los estados mentales a los que podíamos llegar y el deseo común de acceder a esos mundos sutiles con los que soñábamos. Recuerdo con mucho cariño aquellos intentos en los que  juntadas las manos,  queríamos acceder a utópicos y deseados estados alterados de consciencia. Manteníamos, te acuerdas viejo amigo, una espe

Y… ¿QUIÉN ES? Agustin Mañero

         ¿Ves ese hombre que flota en la nada, de cara seria, de gesto adusto e incipiente lágrima que pugna por asomar bajo su párpado?   Observa cómo parece desmadejado, indiferente, como si ya nada le importase; como si el interés por su vida hubiese dejado paso al fatalismo más despiadado, a la resignación más rendida y sumisa.   Ese hombre que mira sin ver; que habla sin gana, con palabras que le brotan inconexas y que no se molesta en ordenar.   Ese hombre que se aísla voluntariamente de su entorno, ése que fija su mirada blanda en ojos ajenos para buscar en otra mirada lo que él no logra ver con la suya; ése, ése que te ha amortajado esta mañana con el dolor de su entraña y con el mimo de una flor, ése soy yo.          Agustín Mañero          23 de octubre de 2013