¿Ves ese hombre que flota en la nada, de cara seria, de gesto
adusto e incipiente lágrima que pugna por asomar bajo su párpado? Observa cómo parece desmadejado, indiferente,
como si ya nada le importase; como si el interés por su vida hubiese dejado
paso al fatalismo más despiadado, a la resignación más rendida y sumisa. Ese hombre que mira sin ver; que habla sin
gana, con palabras que le brotan inconexas y que no se molesta en ordenar. Ese hombre que se aísla voluntariamente de su
entorno, ése que fija su mirada blanda en ojos ajenos para buscar en otra
mirada lo que él no logra ver con la suya; ése, ése que te ha amortajado esta
mañana con el dolor de su entraña y con el mimo de una flor, ése soy yo.
Agustín Mañero
23 de octubre de 2013
Comentarios
Publicar un comentario