Tu
último adiós fue un día de Reyes. ¿No te acuerdas?
Recuerdo
tu maldito último beso como un dardo que, lacerando mi piel, se
incrustó dolorosamente en mi alma. Jamás olvidaré tus labios, esos
que introdujeron por mi boca tus malvados sentimientos de
indiferencia y que invadieron mi corazón, alargando las tristes
noches de olvido.
A
veces, quizás solo algunas veces, puede
que sea
mas ético comprar una caricia a alguna
mujer
que venda besos por dinero, que andar mendigando cariño a
una arpía como tu,
en nombre de esa gran mentira, con
la que
nos engaña
nuestro
puto sistema, llamada amor.
Comentarios
Publicar un comentario