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La leyenda del Conde Aznar. Primer viernes de Mayo en Jaca (1)


Corría el año 756 de la era cristiana, cuando las hordas agarenas, que tan fácil habían conquistado el suelo hispano años antes, veían como algunos puñados de valientes ibéricos  mermaban sus posiciones tanto por Asturias, agrupados en torno a Covadonga, como por Aragón, agrupados en torno a San Juan de la Peña y a San Pedro de Siresa.

Según la tradición oral, reinaba por esas fechas en Aragón Garci Jiménez y al frente de las huestes de Jaca  se hallaba Aznar Galíndez un noble que gobernaba los valles de Echo y Canfranc con el reconocimiento de Carlomagno.

 En el año 760 Aznar Galíndez es recompensado con el título de conde por lograr la gesta de  expulsar a los moros de la población de Jaca.

 El primer viernes de Mayo del año 761, según cuenta “la historia”, ocurrió la mítica “Batalla de los Llanos de la Victoria” que terminó con la victoria de las tropas cristianas de Jaca, la huida de las tropas moras y el nacimiento de la leyenda del Conde Aznar.

Hablamos de “Mítica batalla” ya que el Conde Aznar I Galindez vivió en el siglo IX  y la tradición sitúa la batalla a mediados del siglo VIII.

Según cuenta la leyenda, ese día  un contingente moro sube por la cuenca del Aragón  hacia Jaca con la evidente intención de reconquistarla, plantando sus campamentos a la vista de la ciudad en el  amanecer del primer viernes de Mayo del año 761.

Al  atardecer de ese mismo día, las tropas del conde Aznar viendo el peligro, caen sobre los mahometanos por sorpresa, en el llamado “campo de las tiendas”

En el fragor de la batalla, la aparición de un nuevo ejército de cristianos, tal les pareció a los árabes, provocó pavor entre estos y  nuevos bríos entre los bravos jacetanos logrando la huida del ejército invasor.

¿De donde venia el refuerzo?

Mujeres, niños y ancianos de Jaca ante la incertidumbre del resultado, corren al lugar de la batalla armados con sus instrumentos de labranza y de trabajo, llevando unos gorros con bordados de flores y trozos de espejo que al reflejar la luz del sol asustaron a los enemigos moros, haciéndoles huir.

Siguiendo las costumbres guerreras de la época, el regreso se convirtió en una fiesta, portando los guerreros las cabezas de cuatro jefes moros clavadas en sus picas, imagen que se conserva hoy en día en los escudos de Jaca y Huesca.

La comitiva se retiró a Jaca donde dio comienzo el desfile de la victoria.
Actualmente el escudo de Jaca mantiene las cabezas de los jefes moros en reconocimiento de la gesta de los jacetanos.
                                                                      Escudo de Jaca



En el escudo de Aragón en el tercer cuartel se mantiene la cruz de San Jorge en reconociendo a la victoria sobre los moros en la batalla de Alcoraz, en Huesca y las cuatro cabezas del moro como recuerdo de victoria de Jaca.
                                                                        Escudo de Aragón

En el siglo X se levantó la ermita de la Victoria en el lugar en que se celebro la batalla a la que desde entonces acuden todos lo jaqueses cada primer viernes de mayo con trajes de época para participar en el desfile.

                                                                      Ermita de la Vitoria.
En la fiesta actual conviven realidad y leyenda, sin saber donde acaba una y empieza la otra.
La leyenda habla de un ejército moro compuesto por 90.000 hombres, cifra que parece totalmente desproporcionada en relación con la cifra de población musulmana asentada en España.
Tampoco parece creíble la cifra de 1.000 jacetanos cuando apenas se contabilizaban en Jaca en aquella época 300 fuegos.
Por otra parte si la batalla realmente existió, tampoco se explica que algún eclesiástico de la época no introdujera en la historia de la batalla, algún elemento santificado sobre algún majestuoso caballo blanco para atribuirse el merito de la victoria, como ocurrió en 1096 en la vecina Huesca, en la batalla de Alcoraz, donde un milagroso San Jorge se atribuyó  la victoria sobre los moros que habían conseguido los valientes soldados  oscenses.

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