Esta
historia, quizás una de las más bonitas del Pirineo, la escuchamos hace ya unos años, una noche de invierno, cuando el helado lago del Balneario de Panticosa confiere una
belleza especial al entorno habitualmente nevado en estas fechas, que convierte
al circo de Panticosa en uno de los
parajes más bonitos del mundo.
Casa de piedra
Ocurrió en
Enero de 1.899. En aquellas fechas potenciado por el rey español Fernando VII,
el Balneario de Panticosa era por antonomasia el lugar de vacaciones de la
nobleza europea.
Dicen que a Mauricio le pareció tan hermoso el baile de la infanta que nunca se atrevió interpretar su obra, ya que consideró que su música nunca llegaría a ser tan bonita como la danza que contempló en el lago.
Casa de piedra
Aquella
noche estábamos cenábamos junto al fuego
en la llamada “casa de piedra”, un viejo y destartalado refugio de
montaña situado en el balneario junto al lago, cuando una joven montañera francesa, casi una niña,
mientras miraba distraída por la ventana como caía la nieve, nos contó esta bonita
leyenda:
Balneario de Panticosa
Principes de Polignac
El príncipe
Edmond de Polignac junto a su esposa Winnaretta Singer y todo su séquito,
incluido el músico francés Mauricio Ravel, protegido de la princesa, se había
trasladado al balneario a disfrutar de las
navidades en el entonces más importante centro de aguas termales de Europa.
Balneario de Panticosa
Una mañana
mientras desayunaba, una de las camareras del balneario le contó a Winnareta la
vieja leyenda según la cual, una joven infanta española que estaba pasando su
luna de miel en la zona, entusiasmada al
ver la belleza del lugar, no pudo evitar la tentación de patinar en el precioso lago helado y que
ensimismada en la danza, no vio una zona de grietas en aquella superficie
helada, cayendo al agua.
Lago helado de
Panticosa
El relato terminaba cuando el marido que
contemplaba la danza de su amada desde
la orilla, se lanzó a salvarla quedando los dos atrapados en el fondo del lago
donde, según la leyenda, seguían viviendo una eterna historia de amor.
Winnaretta Singer
Tanto le
gustó la historia a la princesa que le pidió a su protegido Mauricio que
escribiera una obra musical sobre la infanta muerta en el lago.
Cuentan que
Ravel solo tardó una noche en escribir su obra, “Pavana para una infanta
difunta” y que se la entregó a Winnaretta en la mañana del día de Reyes, con la
promesa de que se la interpretaría al piano esa misma noche como regalo.
Cuando
aquella mañana salieron a pasear al lago, según cuenta la historia, vieron a
una pareja bailar sobre el lago helado, mientras se oía la música de la pavana
que Ravel había compuesto la noche anterior.
Maurice Ravel
Dicen que a Mauricio le pareció tan hermoso el baile de la infanta que nunca se atrevió interpretar su obra, ya que consideró que su música nunca llegaría a ser tan bonita como la danza que contempló en el lago.
Cuando,
acabada la narración la joven montañera
francesa se estaba retirando, a modo de despedida con una sonrisa, nos comentó.
Existe
la creencia, de que algunas veces se puede volver a ver en el lago a la
infanta bailar junto a su marido,
mientras se oye la música de la “Pavana para una infanta difunta” que un día
Ravel compuso para ella.
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