En Gipuzkoa
antes de 1466, los documentos públicos de la provincia se autentificaban
utilizando los sellos municipales de aquellas villas en las que se celebraban
las juntas de hermandad.
No se sabe exactamente la fecha en que la provincia dispuso de su propio
sello, distinto a los sellos concejiles, pero la disposición de construirlo
queda reflejada en la ordenanza 108 del cuaderno de hermandad de 1463.
La mención más
antigua al sello provincial que hemos podido documentar se remonta al
15-XI-1466, año en el que las Juntas Generales de Guipúzcoa, reunidas en
Azcoitia, solicitaron a Enrique IV perdón para la villa de Tolosa acusada de
haber asesinado al recaudador judío Gaón por excesos cometidos contra sus
privilegios y franquezas, cuya petición fue “firmada de nuestro escribano fiel
[Domenjón González de Andía] y sellada con nuestro sello”. Escueta referencia,
pero que nos avala ya la existencia de un sello del conjunto de la Hermandad o Provincia en
Guipúzcoa.
Este sello originario contenía:
[…] en la targeta superior la persona de un Rey,
sentado con vestiduras reales y corona en la cabeza, en una silla con su espada
desnuda, levantada la punta en la mano diestra, y en la targeta inferior tres árboles verdes tejos plantados á orillas del
Mar, todo en campo colorado.
En la heráldica moderna se definiría como dividido
en dos cuarteles partidos en faja, en cuyo cuartel superior se veía a un Rey
sentado en su trono, con la espada levantada en la mano derecha, y en el
inferior, sobre ondas de mar, tres árboles que han sido siempre considerados
como tejos.
El sello en sí
iba circundado por una leyenda con el título de “Noble y Leal Provincia de
Guipúzcoa” (en su expresión latina NOBILIS AC FIDELIS PROVINCIAE GUIPUZCOAE)
que le fuera concedida como título a Guipúzcoa por Enrique IV en Segovia el 16
de febrero de 1466
Según D.
Serapio Múgica autor de un
estudio clásico sobre el escudo de Gipuzkoa el rey de Castilla que aparece en
el trono podría ser Alfonso VIII de Castilla que conquisto Gipuzkoa y Navarra
sobre 1200 o Enrique IV quien gobernaba en 1466.
Se ha hablado
mucho sobre la presencia de los tejos en el escudo. La leyenda que habla de la
inclusión de los tejos en el sello y posteriormente en el escudo por la
utilización de los guerreros vascos de sus hojas, como veneno para quitarse la vida en las
luchas contra los romanos antes de caer prisioneros, no deja de ser una
leyenda. Simplemente no se sabe el motivo de la inclusión.
«D.
José de Rújula del Escobal Martín Crespo y Pessac, Caballero de la Real y distinguida orden
española de Carlos III, del Cuerpo Colegiado de Caballeros Hijosdalgo de la Nobleza de Madrid,
Archivero Bibliotecario de la
Nacional de esta corte y de la Sociedad Económica
Matritense de Amigos del País, Socio de la española de Salvamento de náufragos,
Cronista y Rey de Armas de número de S. M. C. D. L . en la solicitud Por cuanto
por parte de la
Excma. Diputación de la Muy Noble y Muy Leal Provincia de Guipúzcoa de
una copia de la certificación del escudo de armas de la expresada provincia que
en 18 de Julio de 1683 expidió D. Juan de Mendoza, Cronista
y
Rey de Armas de D. Felipe IV y D. Carlos II y cuyo original debió desaparecer
en el incendio que el año 1813 sufrió la ciudad de San Sebastián, define la
inclusión de los tejos en el escudo de la manera siguiente:
(…)
por que siendo símbolo estos árboles de la misma antigüedad hazen por su constanzia
y particular robustez bentajosa representación á otros de la permanencia y
durazión:
No
sabemos cuando el sello dejo de ser
emblemático e incorporó la provincia la
figura del escudo en si a los emblemas y elementos que la conformaban. La
opinión de la mayoría de los
historiadores que pudiera remontarse a principios del siglo XVI al incorporar
nuevos elemente (los cañones como consecuencia de la batalla de Belate).
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