Viajando por la carretera N-260 desde
Campo, dirección norte, atravesamos el “Congosto del ventamillo” situado en la
entrada del valle de Benasque, en el norte del condado de la Ribagorza para llegar, a Castejón de Sos.
Congosto del Ventamillo
El Congosto es una impresionante
garganta abierta al Ésera a través de rocas calizas, y es el lugar de
finalización en épocas geológicas pasadas de los glaciares que descendían del
macizo de la Maladeta y del Posets. Hace más de 40.000 años el lugar en el que
hoy se alza este congosto se encontraba sepultado por el glaciar del Ésera, una
masa de hielo que llegó a alcanzar los 36km de longitud desde su extremo
superior, con espesores de hasta 800 metros.
Castejón de Sos
Castejón de Sos es un bonito municipio pirenaico, en la zona del Alto Ésera, situado a 904 mts
de altitud haciendo casi frontera con las vecinas Francia y Cataluña y un paraíso para todos los apasionados del
parapente y el descenso de cañones.
Liri
Dependiente de Castejón, escondida
en la montaña, casi diríamos colgando de ella,
se halla una pequeña aldea llamada
Liri (aprox.40 habitantes) que guarda en el escudo tallado en el suelo de la
anteiglesia de San Martín, el secreto del mensaje de la expresión de un pueblo
que no quiere perder ni su esencia ni su identidad.
Iglesia de San Marín de Liri
Eran años muy tristes
para la Ribagorza, al final en las
cortes de Barbastro en 1626, convocadas por Felipe IV, se acordó la “oferta del
servicio voluntario de unión y coligación” invocando por el rey la necesidad
del unión de los estados para la defensa de la fe católica.
Extinguido el condado por haber regresado a la corona real,
arruinado el país en sus castillos,
casas y campos, muertos en combate, ejecutado o asesinados sus hombres más
esforzados, metidos a la fuerza en el saco de la uniformidad, los hombres de
Liri con el corazón dolorido, la mente enfebrecida y el pulso firme, ante la
destruida iglesia-fortaleza de San Martin quieren guardar grabada en piedra en
su propio escudo, la esencia de vida como pueblo, resumida en tres palabras.
Gara, Gara, Gara.Y a cada golpe el sonido llena el ambiente pirenaico y alcanza las cuevas, crestas y concavidades, los bosques y los lagos, las casas y los campos como una campana milenaria, convocando a más de cien generaciones.
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