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Almiradío de Navascués (1) ¿Qué es un Almirante de Almiradío?


El término Almirante se deriva de la palabra árabe “emir” (título que se aplicaba a los califas y después a los jefes militares del mundo musulmán a partir del siglo VIII), pasa al griego bajo la forma de Amiras/amiratoi y en el siglo X se traduce al latín utilizando el término “admiratus”, que es el que finalmente acaba dando lugar a Almirante, término que pasa a designar a comienzos del siglo XIII a los jefes de las fuerzas navales en diversos países europeos (como ocurre en Castilla con Alfonso X el sabio).
                En la documentación navarra medieval aparece, indistintamente, bajo la forma de Almirante o de Amirat/Amirate. En un principio, es un cargo que surge en tiempos de la dinastía de Champaña (Teobaldo I, Teobaldo II y Enrique I) tras la reorganización administrativa llevada a cabo por la nueva dinastía durante la segunda mitad del siglo XIII mediante la instauración de las merindades frente al régimen de tenencias anterior.

Aunque el término derive del árabe, en el caso del Reino de Navarra, éste tendrá una acepción completamente distinta sirviendo para designar a un tipo de funcionarios públicos encargados de ciertas atribuciones de carácter coercitivo. Atribuciones que, por otra parte, vendrán condicionadas por la importancia de la población o de la zona en que estén constituidos. Los vamos a encontrar tanto en las comunidades rurales del reino donde se les conoce también como Bailes o Sozmerinos (dependiendo del área geográfica) subordinados ante el merino como en aquellas capitales de merindad y villas importantes desligadas de la autoridad del merino donde van a ejercer sus mismas funciones, policiales y de ejecución de la justicia y donde se les llama también Justicia (Tudela) o Preboste (Olite, Estella) dependiendo del lugar. Es decir, a tenor de los datos que tenemos los almirantes van a ser un cargo propio de la zona norte del reino, especialmente en el nordeste: Valles del Roncal, Salazar, Aézcoa, Ayeste y Ustés-Navascués, donde se situarían al frente de su respectivo almiradío como delegados de la autoridad regia. La mayoría de ellos pertenecía a la nobleza del reino dadas sus funciones al requerir ser diestro en el manejo de las armas y en las tareas militares, aunque eso sí, procedentes del escalafón de la nobleza media o segundones.

Tenemos más datos acerca del dicho oficio en el siglo XIV  donde se observa cómo en las ciudades, concretamente en los burgos de San Cernín y San Nicolás de Pamplona,  eran los encargados de cobrar las caloñas impuestas por el alcalde (reservándose 1/9 parte de la misma como sueldo), de ejecutar la justicia dictada por el alcalde, de mantener el orden público en los barrios y de poner guardias armados para proteger el Tribunal de la Cort en los días de sesión. ¿Qué pasa en las comunidades rurales como el Roncal, Salazar, Aézcoa o Navascués? Se ve que abandonan poco a poco sus atribuciones como recaudadores a favor de los recibidores para ceñirse únicamente a su faceta de ejecutores de la justicia y garantes del orden público mediante el cobro de caloñas (1/10 parte de las mismas como sueldo) y ejecutando a los delincuentes.

 Lo que hace especial a Navascués respecto a los otros valles y territorios es que ha conservado la denominación de almiradío.

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