Las hijas de la madre luna, las estrellas, cuando son pequeñas juegan en el jardín oscuro de la parte escondida de la luna.
Allí están protegidas y viven felices hasta que son lo suficientemente mayores para ir a su lugar reservado donde viven felices iluminando el universo.
Pero siempre hay algunas juguetonas, que se escapan del jardín y caen al abismo, donde las recoge el mar y viven en forma de estrellas de mar, castigadas, hasta que un día son depositadas en la playa donde deben esperar un beso humano para liberarse del castigo y poder viajar de nuevo junto a su madre.
Ayer paseando por la playa de Ondarreta, me encontré una estrella de mar. La recogí en mis manos y con cariño deposité un beso en ella con la intención de liberarla del castigo y que pudiera viajar hacia su madre.
No pasó nada y un poco decepcionado decidí llevarla a casa para enseñársela al día siguiente a mis amigos ya que no se encuentra todos los días una estrella de mar en la playa.
Hacia medianoche una luz me despertó. Una joven mujer llena de luz, de rostro bellísimo y con una sonrisa en sus labios se acercó hacia mi diciéndome:
.-Gracias Javier por haberme liberado del conjuro, siempre te llevaré en mi alma. Cuando estés triste, mira a la zona de Igeldo y verás como desde allí una estrella te saludará con sus guiños de luz para agradecerte tu cariño al besarme.
Sin mediar ninguna palabra mas, esta mujer de luz depositó en mis labios el beso mas cálido y mas cariñoso que jamás haya recibido persona alguna, desapareciendo entre la ventana
Y aquí estoy esperando a ver cuando anochece para poder ir a recibir los guiños de amistad de mi nueva amiga.
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