Intentando conocer opiniones sobre el libro “Demasiada Felicidad” que narra tus hazañas, querida Marlene, he leído este comentario:
Fascinante, te acerca desde la inocencia a la maldad, permitiéndote salir ilesa del viaje, reforzándote la creencia en el ser humano a pesar de todos los pesares.
Me parece que la mujer
que comentaba esto, o no se ha enterado de nada o yo he leído otro libro. ¿No
te parece vieja amiga?.
Ayer estuve viendo la
foto de tu autora, Alice. No digo su apellido por no me parece poético que una
mujer utilice el de su ex marido. Bastante tenemos, creo yo, con el que nos
imponen al nacer sin preguntarnos si nos gusta y que además solo utilizamos
para sentirnos integrados en un obligado, triste y aburrido esquema familiar-socialista.
Bueno el que quiera sentirse.
Todavía se le ve joven
a pesar de los 82. No tanto como para soñar con compartir con ella un revolcón, pero se le ve poseedora de una sonrisa que ya la quisiera
mas de algún sesentón amargado que pasea su calva por Donostia.
En fin Marlene a lo
que iba, “qué putada te hizo la Alice al coartar tu instinto asesino”.
Solamente pudiste asesinar a una niña y la autora en vez de agradecerte la
consecución del crimen perfecto, con algo útil para saciar tu ansia asesina, te
lo paga haciéndote mayor y eso si, por imperativos del guión, obligándote a
acostarte con tres o cuatro amantes.
Ella, que sabía que a
ti no te gustaban los tíos, ya que en cuestiones de sexo siempre has preferido la
autosatisfacción a aguantar a imbéciles que creen que los babosos cambios de
saliva son un placer erótico, te los imponía, impidiéndote asesinarles, que en
el fondo es lo que te hubiera gustado
hacer.
Tú, aunque ella no lo
quiera definir, eres una asesina en toda regla, no como tu amiga Charlene que
es una vulgar arrepentida y lameculos de oscuros curas perdona pecados.
Te propongo un plan,
amiga asesina, habla con Alice y dile que te deje trabajar con otra victimas, aprovechando
la poesía de su literatura,
Cada vez que alguien
lea el cuento, tu, junto a la taciturna
Charlene, en vez de matar siempre a la misma joven que comía asquerosos chicles
verdes, podríais en cada caso, matar a alguien diferente.
Por ejemplo, un día a
la Merkel, otro al Papa y así día a día,
hasta acabar con esa pléyade de hijos de puta que se dedican a amargar la vida
a los pobres idiotas que intentamos subsistir en este valle de lágrimas.
Ya sé que es difícil
pero seguro que entre tu voluntad
asesina y la inteligente prosa de Alice lo conseguís.
Bueno chavala, no te
mando un beso de despedida porque se que no te gustan, pero piensa en la propuesta ya que las gentes
sin contaminar que todavía vegetamos en este mundo, os lo agradeceríamos.
Recuerdos a la
timorata Charlene.,
Comentarios
Publicar un comentario