La nostalgia que impregnaba aquel jardín, impedía apreciar en él ningún halo de belleza.
Destacaba la ausencia de flores, quizás por que la tristeza que emitía ahogaba su existencia.
Unos bancos destartalados junto a una fuente y un estanque que reflejaba la tenue luz de la luna, a la que la unas negras nubes impedían asomarse con plenitud, contribuían a la imagen , no se si melancólica o triste del conjunto.
Sentada en el centro de uno de los bancos, completamente sola, mirando sin ver el agua que emanaba la fuente, una mujer extremadamente delgada intentaba encontrar en su interior alguna razón para seguir su incierto camino.
Se sentía engañada, habían violado su idea de amor con una traición que nunca podía haber imaginado. No quería saber nada de este mundo.
Se había construido en el mundo que soñaba, un bonito castillo de cristal en el cual solo cabían conceptos como amistad, cariño, confianza y felicidad. Viviendo en él se sentía feliz pero unas malditas pastillas que alguien le hacía tomar, le obligaban a abandonarlo cada mañana.
Solamente soñaba con encontrar una puerta abierta que le permitiera salir de este mundo que le ahogaba y vivir y descansar feliz, eternamente en su castillo.
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