-¿Sabes una cosa J.J.? Preguntó el cocodrilo con
su autoestima elevada por la medicación ingerida.
-Tienes un cocodrilo debajo de la cama
por que tienes cama, no te olvides, continuó el saurio risueño
abandonando su escondite y tumbándose en la cama de forma displicente.
- No te fíes mucho de médicos charlatanes
revestidos de blancas batas, siguió en su monólogo divertido el animal.
-El tuyo, debería haberte dicho
que todos los humanos tenéis un cocodrilo debajo de la cama, aunque algunos, él
incluido, no lo quieran reconocer. Solamente toman pastillas
para intentar no mirar debajo de su lecho.
¿Por qué no vas a casa de tu amiga Elena
y miras debajo de su cama? Igual descubres que allí hay también un cocodrilo y
de paso intentas comprobar la calidez de sus sábanas. Acabó su charla el animal
mostrando una irónica sonrisa.
-No sabía que los cocodrilos hablaseis, balbuceó J.J.
entre asustado y temeroso.
-Normalmente no ya que no tenemos lengua, solamente
hacemos pensar, son esas pastillas que ya sabes que no debes tomar, las
que han alterado mi estado normal.
De todas formas te diré que he salido a
despedirme ya que durante un tiempo no me volverás a ver, creo que por el momento no me necesitas.
Para que no te olvides de mi, como
regalo te dejo un manuscrito de un experimento de la Nasa con el que si
te empeñas, escribirás un libro que será un novela de éxito.
-¿Y cómo se llamará el libro? Preguntó J.J.
preocupado.
Comentarios
Publicar un comentario